por Electa Arenal
Este texto ha sido rescatado de la antoloía "Bardo Pergrino" editada por la Colección Cuadernos Americanos para su cuadragésimo aniversario en 1982. Electa Arenal da un recorrido por la obra de León Felipe remarcando su importancia desde múltiples aspectos. Cabe mencionar que Ganarás la Luz, en 1943, fue el libro con el que comenzaron las ediciones de Cuadernos Americanos en México. Para complementar este texto, los invitamos a leer UNA SELECCIÓN de tan importante obra la historia de la literatura en latinoamérica y en lengua hispana.
Busco una forma de hablar de ti,
León Felipe, tan sencilla y sin adornos, tan poco ’’literaria’’ como la tuya,
que sea digna de tu palabra de poeta prometeico.
Quiero
hablar de ti hablando contigo. Así podré hablarle a todo el mundo. Compartir
algunas cosas que a lo largo de veinte años de vivir con tus versos y oraciones
–versos y blasfemias- he pensado y sentido. Servir como una especia de guía.
Primero
quiero hablar de ti como poeta y como influencia. Poeta fuera de serie, poeta
de ‘’generación aparte’’ y poeta oral, tu influencia no ha sido aun debidamente
reconocida. Dirás que no importa. Pero creo que sí. Importa porque se está
tomando en serio el hecho de que lo que no ha llegado a los libros, lo
suprimido, vale tanto o más que lo premiado, que las alas del poeta: ‘’entre
todos las labraron’’. Por vivir en los años veinte en África, en México y en
los Estados Unidos y hacer varios viajes de ida y vuelta a España; por estar en
Panamá y luego en España de 1936 a 1938, y luego por fin de nuevo en México.,
donde contribuiste a la fundación de Cuadernos
Americanos, cuyos 40 años celebramos con esta carta-prólogo y con esta
nueva edición de tus obras; por alzar ancla de nuevo en 1946 y durante casi dos
años visitar y hablar en todos los países de Hispanoamérica menos Honduras y
Paraguay donde no se te dejó entrar, por quien eres, en suma, importa.
Importa
porque eres ejemplo –Guillermo de Torre y Manuel Durán lo han señalado- de cómo
los que no se adhieren a ningún movimiento o escuela, los que no cultivan el
éxito editorial y crítico, quedan olvidados al hacerse las historias y las
antologías. Al recoger y fundir en tu palabra poética diversas corrientes, al
echar esa palabra en voz viva y sin buscar la consagración, al ser tan impuro y
popular, se ha difundido tu influencia en modos distintos a los usuales. Vale
la pena anotarlo de nuevo.
Anda
todavía, en parte, de boca en boca que eres una de las voces poéticas más
significativas de la Guerra Civil Española la ‘’de la tragedia de España’’ y
del ‘’éxodo y el llanto’’. En países donde se sabe, no se ha establecido bien
el hecho, y quedan muchos países –incluyendo los Estados Unidos- en que casi no
se ha divulgado tu verso.
Creo
que debe saberse más ampliamente que –como cuenta Ángel de Río en el prólogo de
la edición bilingüe de Poeta de Nueva York- por ti Federico García Lorca
conoció a Walt Whitman. Tu propia traducción-paráfrasis del Canto a mi mismo de
Whitman y lo whitmaniano en tus propios versos ha enriquecido las venas poéticas
de nuestra lengua. Él te americanizó, tú lo españolizaste.
Se
sabe de los intercambios más recientes entre tú y Octavio Paz, pero no se si se
sabe –especialmente porque los dos han tomado linderos tan distintos, y porque
no pone Paz en categoría de poesía lo que escribes (Recuerdo que dijo que Ganarás la Luz no era un libro de poemas
pero que era un gran libro)- que escribió él una apasionada y certera
apreciación de La Insignia en su
primera aparición en México. Para los críticos que estudien su formación y su
obra será imprescindible examinar la honda huella tuya en Paz.
Se
trata, ya lo sé, de un procedimiento que tu veías como natural y sin
necesidades casi de comentarse. Pero hay que dejar asentado que la antorcha que
nutriste con la Biblia, con Shakespeare, Cervantes, Calderón, Unamuno, Machado,
Emerson, Whitman y tantos más, a su vez ha andado y anda en muchas manos.
Alguien
sabrá mejor que yo algunos de los pormenores, pero creo que merece repetirse
–Guillermo de Torre lo señaló también- que tú tendiste puentes, y aunque
dijiste haberte llevado la canción la devolviste a ciertos poetas españoles.
Fuiste acaso abuelo de los ‘’Hijos de la ira’’. Imagino que esa amistad
constante que tú y Dámaso Alonso mantuvieron –y hasta la cena en la Casa de la
Cultura de Valencia durante la guerra a que le invitaste y que les pudo haber
costado a los dos la vida por ser él del otro bando- no fue ajena del todo a la
evolución posterior de su palabra poética. Toda una corriente de poesía
nuevamente comprometida de la posguerra lleva fecundaciones tuyas.
Aquí
en América, Ernesto Cardenal recibe en épocas iniciales, absorbe, no sólo
Pound, también de ti. Tu estética de Prometeo inspira –me parece- las dos
vertientes de acción y expresión que se funden a los poetas rebeldes y poetas
guerrilleros que participan en las sangrientas y torturantes guerras actuales.
Que yo
sepa, todavía nadie ha estudiado –es patente- el vuelo leonfelipesco de ‘’Hacia
el nuevo hombre del socialismo’’ de tu admirador y amigo admirado, Ernesto Che
Guevara.
Llegando
tarde, entrando por lo boquetes –como le dijeras a Enrique Díez-Canedo- al
mundo de la poesía, rechazando siempre las adhesiones partidarias, fueran
políticas, fueran estéticas, echaste chispas que han prendido extensamente.
Para ti la poesía es para tomarse literalmente. Lo que en otros es figura
retórica en ti es actitud y afán vital.
Hace
unos años le mandé mi traducción de ‘’La poesía llega… Ahí está’’ a Joe
Chaikin, fundador y director del Open
Theater, uno de los más destacados grupos de teatro de vanguardia de los
Estados Unidos. Quedó pasmado. Exploraban en ese momento el modo de poder
pronunciar de nuevo en el teatro palabras como ‘’Belleza’’ y ‘’Alegría’’ y
‘’Verdad’’ sin que sonaran vacuas, y tu poema les dio la clave. El grupo lo usó
para sus ejercicios. Dimos una lectura pública bilingüe del poema. Otros grupos
teatrales en España e Hispanoamérica trabajan con tu obra: teatro, paráfrasis,
poemas y el móvil de todo ello la ‘’Fórmula de Prometeo’’. De lo que se ha
convertido en canción, el poema que se ha hecho más famoso, pasando al acervo
popular ya, es el arreglo musical de Paco Ibáñez de ‘’Como tú’’.
Consulté
el diccionario para confirmar mi convicción de que se te debía llamar bardo, palabra que tú mismo utilizaste
con referencia a los de tu estirpe. Los bardos celtas componían canciones de
gesta, versificaban genealogías y preceptos religiosos; en algunas épocas eran
figuras pobres y marginales, por ende el término llegó a usarse
despectivamente; así, además, se llamaba comúnmente a los poetas itinerantes de
otras naciones.
Intergenérico,
intergeneracional (¡Y constantemente interrogativo!), no te nos vayas a perder por los
intersticios. Acepta de plano el mote de bardo.
Permite, amplificando connotaciones, enfocar tu obra como creo que se debe,
incluir tus actividades teatrales, las asombrosas lecturas de tus poemas en
España y en América, la identificación de tu obra con la rica veta de poesía
popular a la que pertenece parcialmente; y también puede tranquilizar a los que
dicen y sienten (saben) que eres un gran poeta pero no siempre un buen poeta; o
que no cabes bajo la denominación estricta que se da al ejercicio artístico de
la palabra, en que se exige que quede encerrada en un sistema de transformación
depuradora, metafórica. Los bardos no funcionaban en un mundo ni rarificado ni
reificado. Llevaban las palabras por los caminos; contaban chistes y cuentos;
usaban vocablos groseros. Podremos entonces dar cabida a las formas en que
pronunciaste tu palabras (y de paso tranquilizar las inquietudes que se
despiertan a no saber en dónde catalogar algo). Tu mismo identificaste tus
obras como: oraciones, salmos, diálogos, chistes, epístolas, alocuciones,
panfletos, discursos, prologuillos, traducciones, paráfrasis, himnos, canciones
, testamentos, blasfemias, odas, pies, enmiendas, envíos, elegías, cancionetas,
acertijos, fábulas. Tú, además, logras casi siempre convertir el lenguaje
doméstico y coloquial en soplo épico. Es lo que exige la intensidad y altura de
tu intención ética. Como pocos, viviste el papel de bardo que escogiste y que
te escogió, practicaste lo que predicabas. Fuiste –ahora se ve mejor que nunca-
consistente.
Un
poco antes de que se publicara Versos y
oraciones del caminante (1920) diste una lectura en el Ateneo de Madrid, y
como introducción pronunciaste unas ideas estéticas que formaron el Prólogo del
libro. La del Ateneo fue la primera; justo unos meses antes de tu muerte
–provisional, decías- en México, ofrecías la última. Entre las dos hay casi
medio siglo de conferencias poéticas y lecturas de poesía, que dejaron en miles
de oídos el recuerdo de tu voz de peregrino bardo castellano. Aunque cada uno
describía tus lecturas según les afectaban, a todos causaban un enorme impacto.
Dijo Silva Herzog de tu lectura del ‘’Payaso de las bofetadas y el pescador de
caña’’: ‘’Leyó con voz cálida, ritmo y matiz perfectos; con tan honda pasión,
que dejó en el ánimo de quienes lo escuchamos, algo semejante a la emoción
estética que sentimos al escuchar una sinfonía de Mozart o Beethoven’’. Juan
Rejano te caracterizó como ‘’conferenciante destemplado, blasfemo, que no deja
títere con cabeza’’, y Luis Rius en el mejor de sus escritos sobre ti –el
ensayo que acompaña a tu grabación para la serie Voz viva de México- definió tu obra así:
Es la de León Felipe una poesía hablada, no
escrita. Los rasgos sobresalientes de su estilo siempre responden, en efecto, a
una expresión oral. Poesía, en este sentido, juglaresca, con la cual el poeta
se dirige de viva voz a su lector, es decir, a su oyente, haciéndole intervenir
en ella a veces de un modo muy directo, preguntándole, increpándole, llamándole
por su nombre incluso.
. . .
Y es esta forma de comunicación, tan rara en nuestra época, un factor
determinante de la popularidad de este poeta, pues con él la poesía deja de ser
hermética, intrincada, inaccesible para los demás, para hacerse, en cambio,
próxima, ineludible. Ella es la que viene en nuestra busca, la que se entrega a
nosotros, de manera que no nos es posible rehuirla, ignorarla.
El carácter hablado de la poesía de León
Felipe le da a esta una gran movilidad, que es, si bien se mira, vitalidad. El
poema hablado no acaba nunca de fijarse en una forma definitiva, inconmovible .
. .
Las
palabras las apuntabas en el papel, pero la versificación a menudo la dejabas
para después. Evolucionaba el poema mientras las recitabas una y otra vez ante
diferentes oyentes en distintos sitios.
Siempre
cuento lo que sé e imagino de tus presentaciones ante miles de personas en
España, en plena guerra, de La Insignia.
¿Cuántos poetas ha podido hacerse tan peligrosos con su propia palabra que hay
que esconderlos y sacarlos del país? Y aunque fuese desafortunado que lo que
pedías era la unidad heroica, y lo que resultó fue más controversia, es generalmente
reconocido lo profético de esa ‘’alocución’’ poética. Recuerdo, sin embargo,
que cuando yo la descubrí en las Casa Hispánica de Columbia University en 1950
–quedando atónita por su impulso candente- todavía no se había antologado; y tú
mismo te mostraste –tal vez por el amargo sabor de las consecuencias
incidentales- vacilante ante mi deseo de divulgarlo y traducirlo. Estaba muy
fuera de moda ese tipo de poesía. Tu siempre criticabas e ignorabas la poesía
de oficio – en ti es vocación- y de técnicas, estilos y conceptos que se
proponen y luego pasan de moda. Y eso era el más circunstancial de tus
escritos.
Tu voz
pública oracular coincide en algunos puntos con las de Mayakovsky o con la de
cierto Neruda, o con la de Drummond de Andrade. Por otra parte es inconfundible
con la de otros. Tu pasión por el teatro y tu experiencia en él como actor,
director, traductor y autor resuenan en tus poemas. Hay la intensa conciencia
de tu público; el diálogo –la pregunta y la respuesta, conversacional o exagerada-;
referencias directas a obras, personajes, versos –como los de Shakespeare-;
descripciones del escenario; alusiones a los conceptos simbólicos de Calderón.
Además,
el ‘’Gran Teatro del Mundo’’ e básico para tu visión poética. Haces uso de los
elementos más diversos: épicos y alegóricos medievales, calderonianos de los
autos sacramentales, lorquianos de las obras más líricas; el vaudeville y el
teatro del absurdo. Veo reales y significativas coincidencias no sólo con lo
dramático, sino también con los cinematográfico de nuestros días: con Ingmar
Bergman, Pasolini, Genet, Peter Weiss; hasta con películas de los Beatles.
Eclecticismo visionario, existencialismo nihilista y compromiso social que
otorgan lugar esencial al espíritu.
Otro
tema que me interesa mucho es el de tu modernidad. Esta caracteriza también la
producción de poetas de ahora que saben romper las reglas y crear otras
propias; impugnar a la autoridad constituida, desbordar los límites genéricos;
componer obras híbridas, hacer estructuras orgánicas; fundir conceptos
biológicos y espirituales; buscar un lenguaje común; protestar, clamar, pero
también hallar el silencio. Tú elaboraste esa modernidad. Se puede rastrear esa
elaboración hasta una clase que diste en los años 30 en Norteamérica, y después
en Panamá, bajo el título de ‘’Poesía integral’’. Es una exégesis de tu
’’Fórmula de Prometeo’’ y una extraordinaria lección sobre los valores y las corrientes de poesía española, así como
un comentario de tu propia manera de pensar y componer.
Tus citas
de Juan Ramón Giménez y Pedro Salinas ejemplifican tu aprecio y utilización de
lo que concordaba con tu corazón, estuviese o no de acuerdo con el carácter
general o la estética de la obra o la persona a quien citabas. Veías el poema
de Juan Ramón Giménez en que describe su desarrollo poético como ejemplo de la
trayectoria de la poesía en castellano desde la Edad Media. En otra ocasión, el
mismo poema te enfureció porque su autor afirmaba que la poesía ‘’era
suya’’. Tu contestaste que le era infiel
y se le escapaba de noche para visitar a otros poetas. Subsecuente
profundización del tema se ve en tu ‘’La poesía llega… ahí está’’.
De
Salinas recoges la afirmación ‘’un poema se termina, pero no se acaba’’. Ese
parecer amplificado y ajustado a la realidad que manejas –la de los evangelios
y los mitos… sin lugar y sin tiempo- lo tomaste más enserio que Salinas mismo.
Tu poesía es, esencialmente, autobiografía escrita –según palabras de Ralph
Waldo Emerson- ‘’en cifra colosal’’. Al mismo tiempo ‘’persona desplazada’’ y
miembro de dos mundos fuiste, cuando muy joven, encarcelado y excluido de tu
medio inmediato. En la madurez te hiciste emigrante voluntario y, después de
que las circunstancias históricas que te hicieron creer que tenías un nuevo
sitio en tu España nativa fueron alteradas, un exiliado político. Por tu
experiencia americana, que reorientó el crecimiento y la intensificación de tus
actitudes y de tus modos poéticos, te convertiste en el poeta de la tragedia
española.
No
cuentas, hasta el final, León Felipe, cómo has crecido, vivido y amado. Tu
poesía no es un diario ni un álbum fotográfico. No hay retrato sensorial
ni tampoco perfiles psicológicos de
personas definidas.. No existen relaciones íntimas entre la gente, ni tampoco
apretones de mano o incomprensión entre amigos, ni caricias o riñas de amantes.
Tus
ideas sobre religión poesía y ciencia se unen en una serie de preguntas de
alcance universal: ¿Qué somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Preguntas que
parecen empequeñecer al individuo. Tu respuesta ante la pequeñez de la persona
al enfrentarse con los enigmas metafísicos y científicos es, tal vez, una de
las determinantes de la sublimación del ‘’yo’’, tanto en el concepto del ser
humano genérico como en el propio lenguaje poético.
Deben
recogerse las reminiscencias de familiares y amistades. Deben encontrarse
papeles perdidos y desperdigados. (¿Recuerdas que Marcial Rodríguez halló en la
biblioteca de la calle 42 los ‘’Dos madrigales’’ de 1918 que se añadieron a las
obras completas?). Debe releerse lo
que escribieron sobre ti Juan Larrea, Max Aub, Agustín Bartra, Eugenio Imaz,
Juan Rejano, Leopoldo de Luiz, Guillermo de Torre. Pero siempre con el
reconocimiento de que lo que logramos atrapar para apuntarlo será menos que lo
que se nos escapa, tu palabra anda en el viento y somos ya legión la prole.
¿Vive todavía la cocinera que te cuidaba tan bien y a quien querías tanto? ¿Se
sabrá algo más de cómo pasaron la vida tú y tu mujer, Berta Gamboa, compañera,
amiga y a veces ‘’molestia’’? ¿Fernanda Navarro, que te sirvió de secretaria, y
te preparó el manuscrito de las Obras
completas, ha hablado de esa labor? ¿Fernanda Navarro, que te sirvió de
secretaria y preparó el manuscrito de las Obras
completas, ha hablado de esa labor? ¿Se informará algún día de Gloria
Rodríguez de Álvarez, animadora de tus últimos días, a quien llamaste ‘’hija de
tu costado’’ (¡Cuántos hijos e hijas de esa clase habrás tenido!) y a quien le
dijiste horas antes de morir –¿a cuántos otros poetas jóvenes no les dijeras lo
mismo?- ‘’ya no tengo nada que decir, te entrego mi antorcha’’? Tus hermanas,
la presencia y la ausencia de las mujeres en tu vida no es extraña a esa visión
unitaria del ser humano que se proyecta en tu obra. Porque si como dijiste en
‘’Poesía integral’’ los poetas ‘’administran el pan ideal hecho con las harinas
subconscientes de muchas gentes humildes’’, lo mismo atañe a ti. Es más:
convertiste los desajustes, la neurosis –la tuya y la mía- en estiércol que
fertilizara tu expresión mítico-simbólica, que señalara lo enfermizo de
nuestras estructuras y procederes sociales.
Me
falta, camarada, compañero, hablar de lo religioso. Eres profeta. Diste tantas
vueltas en torno al tema, que dejaste algo para cada uno y para todos. Pero
creo que algunos quedan desencaminados.
Desde
luego reflejas la crisis religiosa de nuestro siglo, reconoces y adaptas a tu
formación cristiana gran variedad de matices espirituales; anuncias la
concientización que nos dan los sacerdotes y las monjas que toman en serio la
esencia del cristianismo.
Poeta
de éxodos y peregrinajes, empleas elementos procedentes de culturas
extranjeras, así como de la tuya propia, para articular tu experiencia interna.
La serie de obras que refleja el impacto que tuvo la Guerra Civil Española
sobre ti, es comparable a la serie de obras que culminan en el Guernica de Picasso. Como respuesta al
tumulto tus formas artísticas se agrandaron; tu trabajo se amplió, tanto en la
dimensión física como en la espiritual. Tu arte se hizo simbólico de España y,
al mismo tiempo, universalmente significativo.
La
búsqueda del origen, la identidad y el destino te rinde tentativas y variadas
respuestas. Tus opiniones estéticas –ideas sobre las cualidades de la poesía,
sus valores, fuentes y función definitiva- se desarrollan más allá del terreno
del arte hacia un humanismo trascendental, aun cuando las actitudes básicas
permanecen constantes desde la primera colección de poemas hasta la última.
La
moción y la transmutación dan forma y sustancia al tema esencial. Tu tema vital
no es el homo sapiens sino el homo ethicus. Toda tu obra expresa tu
preocupación por el bien y el mal, el ser y el no ser, la sustancia y la
esencia. La vida, ‘’la gran aventura’’ es una lucha por alcanzar los más altos
niveles en la evolución espiritual y biológica, para crear y poseer un mundo
justo.
Vas
volviendo, León Felipe. El espíritu que anda en las calles, y al que nos
esforzaremos por mantener activo, lo identifico con esa definición tuya del
genio poético prometéico:
. . .
aquella fuerza humana y esencial que en los momentos fervorosos de la
Historia puede levantar al hombre rápidamente
de lo doméstico a lo épico,
de lo contingente a lo esencial,
de lo euclidiano a lo místico,
de lo sórdido a lo limpiamente ético.
(‘’El poeta prometeico’’ Payaso . . . )
León
Felipe, ¿hubieras ido acaso ayer conmigo a Saint John The Divine, la enorme
catedral gótica inacabada junto a Columbia University? Allí, junto a diez mil
católicos, protestantes, musulmanes, judíos, agnósticos y ateos, una niña de 12
años, Noriko Tonegawa, leyó un poema suyo sobre la bomba atómica que cayó in
Hirosima. Un joven de dieciséis dijo: ‘’Los niños hemos sido rehenes del
desequilibrio de los adultos´´. Para que no queden en palabrería las reuniones
que se inauguran en la ONU sobre el desarme, gente célebre y gente desconocida,
gente acomodada y gente pobre y, sobre todo, jóvenes, participan en programas
de protesta y petición. Llegan más de doce mil personas de otros países. Abren
sus puertas para alojarlas los ciudadanos de esta ciudad, más conocida en estos
días por el crimen que por la hospitalidad. Hoy va un millón de personas a
Central Park. Es la manifestación más grande que jamás se haya organizado en el mundo sobre
una cuestión moral. Uno de sus lemas se basa en el juego de palabras que permite el doble sentido de race-carrera
y raza y lanza la pregunta: ‘’¿Arms rece or
human race?’’ Sí, hubieras asistido conmigo, bardo de Castilla, porque
sigue vigente y señera tu palabra, porque ‘’A la justicia… los hombres que no están en su sitio no quieren oírla y
tratan de ahogar su voz en ríos turbulentos de sangre’’. Porque aun vivimos en
un mundo de raposos y fraticidas, de éxodos y de llantos.

No ha
habido poeta ni ser humano todavía que haya vivido a la altura de las
aspiraciones de tu doctrina. La idea de
la misión del poeta permanece intacta, a pesar de tus pesimismos; y el concepto
prometeico de la poesía, expresado explícitamente desde 1933, constituye la
esencia de tu visión:
Un día la poesía será un ejército de llamas
que de la vuelta al mundo; Prometeo será legión, y muchedumbre los que trabajan
con el pecho abierto y la palabra encendida.
(‘’Poética de la llama’’) [[R
Electa Arenal
Nueva York, 12 de Junio de
1982.
------------