por Andrés González
“[This] is not a collection of songs,
but is
more of a UFO that will have you flying all the way
into the hidden parts of
your brain”
Vlubä (Aphra
Cadabra + Müriscia Divinorum) es una banda proveniente de la luna de cromo que
ha instalado sus pistas de aterrizajes, antenas y laboratorios de exobiología
comparada en Buenos Aires, Argentina, desde donde han irradiado más de una
treintena de discos, los cuales han encarnado en diversas ediciones en los
sellos más radicales del mundo (los obligatorios 267 lattajjaa e Ikuisuus de
Finlandia, el mítico MYMWLY de Australia, Foxglove de EEUU, el increíble sello
virtual ucraniano We Have No Zen o Buh Records, de Perú, sello imprescindible
para captar los nuevos movimientos y devenires de la música experimental
latinoamericana, entre muchos otros).
El primer track
(Ag) es absolutamente impresionante. Hace años que esperaba escuchar una música
así. Si Acid Mothers Temple combinó la música de los trovadores occitanos con
la electroacústica cósmica y el trip rock de Ash Ra Tempel (como en los discos
La Novia (Eclipse Records, 2000), Troubadours from another Heavenly World
(P.S.F., 2000), Mantra of Love (Alien 8, 2004) o Minstrel in the Galaxy (Riot
Season, 2004)), Vlubä hace una suerte de música sumeria cósmica, sumeria o, en
cualquier caso, pre-medieval, una música de una corte de la Antigüedad donde
los cráneos alargados de Akenatón y sus invitados de Orión cabeceaban al
unísono. Es, de lo que he escuchado, lo más hermoso de su discografía, y
también la intuición de una nueva dirección musical, amplia y contemplativa:
una meditación expansiva como el propio universo.
El segundo track
(Au) es como una composición para constructores cósmicos, con taladros y mezcladoras
intergalácticas, a las que se suma la voz psicopómpica de Müriscia Divinorum.
Esta es la irradiación musical de los ovnis constructores de pirámides en
Egipto y Mesoamérica o bien los disparos musicales de estas pirámides hacia
Orión y mucho más allá.
El cuarto track
(Hg) remite inmediatamente a una suerte de épica de las comunicaciones interplanetarias,
a la infinidad de ondas de radio que viajan por el universo, a los intentos de
conocerse realizados al tanteo por las millones de formas de vida que se agitan
en el espacio, que buscan conocerse a través de los abismos en los que el
cosmos despliega su inconsciente. O quizá este sea el relato del viaje del
Voyager contado musicalmente por él mismo a una tribu de alienígenas. ¡Stockhausen,
escucha esta transmisión en vivo desde Sirio!
Esta es, en
general, la dirección que siguen los restantes tracks (excepto por el seis), y
la dirección que Vlubä más va a seguir en los discos de esta nueva época
musical. Más electroacústicos, más cósmicos (si se puede): más que meros
músicos improvisacionales, médiums del inconsciente del universo.
El sexto track (Cu)
vuelve, más o menos, al estilo del primero. ¡Este es el himno de la futura
colectividad cósmica! La guitarra de Aphra Cadabra rasguea auroras boreales y
se despliega en miles de ecos vivientes en un estilo que mezcla las tradiciones
musicales de Ur y Andrómeda, mientras Muriscia Divinorum suma todas las voces
alienígenas en su garganta que es como un campo de flores agitado por las
radiaciones del Cinturón de Van Allen.
Este debe ser uno
de los discos más redondos de estos oriundos la luna de cromo y quizás uno de
los mejores para empezar a escuchar e introducirse al mundo del que debe ser el
grupo más extraterrestre no sólo de Latinoamérica sino de la Tierra [[R