Nakh
Ab Ra (Argentina)
¡La nochélada, la nochélada!
Los
maniquíes dispuestos, las sombras de plata monitoreadas
el
humanomeneo de la silueta a punto de tostar su gota…
penetrativas
mentes
del
goteo, …, …, …
nos
toma por el todogrillar inclusivo del arbusterendo tric-trac.
“Sostén
a estos ebrios que vienen a entimbrar tu puerta orinada
el
zorreriante reír del zoo nocturnino.”
Electrolítico
mojón
nos
tritura el charqui del monte hembra
el
arborigma en una sola piel de transparente leopardo.
¿Arboregma?
Plantasoma.
El
cantalinoreo
en
la grillareante tea de nuestra vigilia a ciegas.
Hermanos
tan nítidos pero tan extraños
que
no dejamos de jamás ser:
“Qué hacemos acá
fumando
un cigarrito en medio de la nada”
caminando
sobre algo que es más de vía que de orilla, más de plataforma que
de desierto,
y
Venus sobre el mar y Venus sobre la arena
y
sobre la espuma Venus serás.
Largas
avenidas del cromático humescente de los pájaros
y
el continuo hielo que hiere el cuello con su metaloide río.
Hora
de la ambigua coloratura de la fiebre del co-seno
entre
la plata azul y la rosa lava de su manto
estamos
al medio de los imanes
y
esto
sobre
una playa que es más del yo siento que del suelo.
De
una punta a otra del mundo
el
mar nos palpa y conecta con sus holas de mano
en
un cuerpo lento y cálido de materia untuosa.
¡Qué
calor hace siempre en el agua tocada!
A
las once caminamos por entre setos fósilo-lunares
y
los miliunochescos claros de una courtoisie de capa y espada
de
amores sueltos por el laberinto estelar de los jardineses.
Éramos
120 con diversas osaduras entre manos:
el
primero llevaba una pata falsa o una rama,
el
del medio una melena rococó de ultra-pulga
el último los hilos de una araña lenitiva.
El
Toro
no
anda lejos de la campana al centro del aljibe bate-alas.
Aún
las estrellas fijas avanzan como balas por encima del laberintío vivo.
Se
pliega y despliega el cielo en una sombra de aleteada
bajo
la cual
una
hierática procesión de profanadores de tumbas,
tumberos
putti, fragonardos,
más
pálidos que un alcanfor de hipogeo
se
detienen admirándose las canas
que
en un segundo de revelación
les
donan los siglos bajo un spot de Arecibo…
y
en uno de los recodos
de
quererlo
se
deshacen en un fuego.
La
noche azula por la nuca y enrojece por la boca
pero
los ingenuos dan la cara al brasero y la espalda al bosque
donde
la pezuña rasgacuerdas fabla.
Figuretines
perinolantes
por
una trama ganada en una niebla-delta
que
da frutas al suelo,
un
olivo,
las
rotaciones de la vid a viras
el burbujaleo de la espumafuente
rota
el haz de signos abiertos
ola
a la fuente
hola
a los siglos mientras giro.
Medalla
de un aro sobre el mar
platos
que inducen otro egolanar
lacia
oro-lana de nuestros sobacos transpira
bajo
el ladrío verdeseiko en el blog del árbol.
El
perlado billar del rufianazgo,
el
rosario en los pantalones del jardinero
cada
hoja, cada planta,
digiriendo
las gotas que arroja el lacterio.
Paisajistán
adonde dirijimos los cuarenta ladrones
influidos
todos los reinos
bajo
la misma cofiambulante campana.
Una
rana
manifiesta
el todo-linkeo al prado elixado por el rubí celeste
besando
las plantas que estánse quietas aunque en baile secreto.
Allí
el grillo mastica un chicle que ya no le pasa
cuando
es casi una miel lo que le pasa el zorrino.
Tan
silenticada la ofertiva
en
sus enroches de lobería de Gauchama
con
el luden propio de la gala macro-micro:
volverás a la orinura zorrosa de la
hierba a perderte [[R
(De "Boingo-Bong",
2008)